Terminología:
"Manga" es un término japonés cuya traducción
literal es la de "dibujos encadenados", es decir, lo que en el continente
americano es conocido como cómic. En japonés se emplea para denominar
este tipo de obra artística, sea cual sea su procedencia, ya que el Manga
en Japón abarca todos los campos y edades (desde el niño, empresario
o ama de casa), pero también existen innumerables obras específicas,
ajustadas cada una a su público particular.
Los orígenes del manga
Los orígenes del comic en Japón se remontan a varios siglos antes de nuestra era. A partir del siglo VII a.C., en Japón se vivió una admiración enorme hacia el pueblo chino. Los japoneses decidieron adoptar todo lo referente a ese país: la escritura, la religión, las costumbres, y junto con todo esto, los Chôjûgiga, o "Rollos Animales".
Los Chôjûgiga fueron creados en el siglo XII por un monje budista, el legendario Obispo Toba. Eran básicamente tiras de papel de hasta 25m de largo, que se iban desenrollando de derecha a izquierda, y en los que animales antropomorfos eran representados en situaciones que satirizaban las mismas costumbres budistas de la época. Con el tiempo, las caricaturas se fueron usando para representar todo tipo de cosas, desde los seis mundos de la cosmología budista hasta historias llenas de sufrimiento y aberraciones enfermizas, aunque presentadas de manera artística.
Durante el periodo Edo (1600-1867) surgieron los llamados Ukiyo-e,
en los que hombres y mujeres eran plasmados gozando de los placeres y pasatiempos
de la época, como la moda, los lugares populares, los ídolos del
teatro Kabuki, narraciones históricas, etc. Fue un representante
del Ukiyo-e, Hokusai Katsushika, quien acuñó el término
manga en el año 1814, al combinar los kanji para "informal"
(man) y "dibujo" (ga), lo definió como dibujo rápido
o dibujo que transmite una idea.
Para estas épocas, los impresionistas europeos se maravillaban
de la exótica belleza del ukiyo-e, que se usaba para empacar el té
exportado por Japón, que apenas comenzaba a abrirse al mundo Occidental.
Dos artistas europeos introdujeron entonces un nuevo estilo de dibujo. Primero
fue un inglés, llamado Charles Wirgman, por medio de una revista dedicada
a extranjeros radicados en Japón, a la que llamó "The Japan
Punch", en la que ocasionalmente publicaba caricaturas satirizando a los
japoneses abrumados por el repentino cambio de su sociedad feudal a una industrializada.
Estas caricaturas trascendieron de tal manera que actualmente se considera a
Wirgman el padre de la caricatura japonesa moderna, celebrándose anualmente
una ceremonia en su tumba en Yokohama.
El segundo aporte europeo fue por parte del francés George
Bigot, cuya revista, Tôbaé también satirizaba al nuevo Japón,
con la diferencia de que se atrevió a criticar hasta al gobierno, hecho
que le ganó el apoyo y admiración de los artistas japoneses que
durante tanto tiempo habían sido censurados.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el manga fue usado como propaganda
bélica, presentando historias cuyos personajes eran soldados perfectos
e invencibles. Durante la posguerra, en cambio, se buscaba distraer a la población
de la situación en que se encontraban, por medio de historias rosas y
personajes llenos de sueños y esperanzas para el futuro.
Sin embargo, el manga moderno surge con Tezuka Osamu, un médico
que rompió todo récord de ventas en 1947 con La Nueva Isla del
Tesoro, publicada en un formato muy barato y muy accesible para todos los niños,
por pobres que fueran. Más adelante, en 1952, Tezuka se consolidaría
total-mente gracias al famosísimo Tetsuwan Atom, conocida en nuestro
continente como Astro Boy.
El impacto de la obra de Tezuka Osamu consistió en que
estaba inspirada más en películas y animaciones que en historietas,
lo que le dio un nuevo sentido de movimiento. En vez de limitarse a solamente
un cuadro por acción, decidió dedicar hasta páginas completas
a un solo movimiento, e introducir un concepto que se generalizaría en
la industria del manga: Tezuka estaba convencido de que las historietas podían
ir mucho más allá de sólo hacer reír, por lo que
utilizó temas sobre lágrimas y dolor, sobre ira y odio, creando
historias que no necesariamente tuvieran un final feliz. También a él
se deben los ojos grandes característicos del anime/manga, para los cuales
se inspiró en Bambi de Walt Disney.
A partir de 1957, con la fundación del estudio Toei Animation
Co., Japón comenzó a producir películas animadas a la manera
en que Disney lo hace: una película al año, basada en alguna leyenda
europea u oriental, etc. Para la película Saiyu-ki (El rey de los monos),
el director Taiji Yabushita pidió su colaboración a Tezuka Osamu,
por ser el autor de la historia original. Esta experiencia, junto con la llegada
de la primera serie de Hannah-Barbera a Japón en los '50s, puso una nueva
idea en la cabeza de Tezuka, y así, en 1963 comienza la transmisión
de la versión anima-da de Tetsuwan Atom en la televisión japonesa,
creando así el anime tal como se conoce actualmente.
Tal como lo hizo con el manga, Tezuka Osamu revolucionó
la industria de la animación japonesa por medio de historias más
realistas y personajes más humanos, dio un espacio a las niñas,
e hizo a un lado el estereotipo de las animaciones para niños pequeños,
creando historias para todo tipo de públicos, tanto tratándose
de películas como de series de televisión y animaciones originales
para video.
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